La firma del tratado de Utrech no significó el fin de las hostilidades entre España e Inglaterra.
Evidentemente España no estaba satisfecha con los resultados, y de allí en adelante intentaría socavar una por una las cesiones hechas a los ingleses.
La rivalidad entre España e Inglaterra se vio reflejada en una serie de conflictos bélicos. A la guerra dinástica de comienzos de siglo (1700-1713), le siguió la guerra anglo-española conocida tambien como la "Guerra de la oreja de Henkins", pues el detonante fue la captura y tortura del contrabandista Henkins por un guardacosta español en el Caribe.
Aprovechando esta circunstancia, los ingleses, al mando del almirante Vernon, decidieron invadir Portobelo y Cartagena. Otro marino, el almirante Hanson, se encaminó hacia Chile y Perú. Allí se apoderó de Paita y, cerca de Panamá, capturó el galeón "Nuestra Señora de Covadonga", con riquezas por valor de 300 mil libras esterlinas. Esta guerra coincidió con otra, la de sucesión austríaca, entre 1740-1748, en la cual nuevamente se enfrentaron España e Inglaterra.
Galeón Nuestra Señora de CovadongaDurante el reinado de Fernando VI (1746-1759), España entró en una etapa de tranquilidad que le permitió recomponerse y prepararse para el siguiente conflicto. Su sucesor, Carlos ii, emprendió una nueva contienda bélica que reunió en la disputa cuatro continentes. La Guerra de los Siete Años demostró que el conflicto europeo se centraba claramente en torno al control de los territorios coloniales. Durante la guerra, Francia perdió el Canadá y sus posesiones en la India. España, por su parte, perdió temporalmente La Habana y Manila, las cuales cayeron en poder de Inglaterra.
A la Guerra de los Siete Años le siguieron la guerra de las Malvinas, la intervención española en las guerras de independencia de las trece colonias inglesas de Norteamérica y la invasión francesa de España luego de la revolución.
Simultáneamente, en el sur del continente americano los portugueses, aliados de los ingleses, avanzaron sobre las posesiones españolas. Como resultado, el contrabando por la colonia de Sacramento se acrecentó y las mercaderías inglesas inundaron el mercado de Buenos Aires.
De este modo, la lucha que España había entablado durante un siglo en defensa de su sistema económico y de sus posesiones territoriales había arrojado un saldo negativo. La rivalidad entre España e Inglaterra dejó a Inglaterra en posición ventajosa y España extenuada por la guerra. El objetivo de Inglaterra se había cumplido: penetrar en las posesiones españolas para obtener nuevos mercados que ayudarían al desarrollo capitalista industrial.
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