2. El Reformismo borbónico en América

 


Las reformas borbónicas tenían como objetivo aumentar el poder del estado, reducir la influencia política de la aristocracia, revivir el poder de guerra español en Europa y restaurar las colonias americanas. Estas acciones se iniciaron con Felipe V y alcanzaron la etapa más radical en el gobierno de Carlos III, abarcando las áreas de administración territorial en los Estados Unidos.
Estas reformas estaban encaminadas a modernizar el interior español y sus relaciones con las colonias, en respuesta a la nueva concepción del Estado, que proponía la restauración de todos los derechos que se habían delegado en grupos y corporaciones, además de asumir la dirección política, administrativa y económica del reino.
Las reformas del siglo XVIlI abarcaron todos los ámbitos de la administración de los territorios coloniales: el económico, el político-administrativo, el territorial, el educativo y el militar. Las reformas se iniciaron durante el gobierno de Felipe V y se comenzaron a definir con su sucesor, Fernando VI. Pero fue con Carlos IlI que España desplegó sus grandes reformas en América. El período entre 1763 y 1775 fue de experimentación, y entre 1776 y 1788 se implantaron las principales reformas. Los ministros reformadores fueron hombres influenciados por las nuevas doctrinas filosóficas de la ilustración y que veían con claridad que, para que España pudiese aumentar su poder, debía extraer ingentes beneficios de sus territorios en América. Extraer mayores beneficios significaba ejercer mayor control. En el plano administrativo, se llevó a cabo una visita general y se reorganizó territorialmente el espacio americano. Se crearon nuevos virreinatos, se reorganizó el ejército y se implantaron las intendencias, que reemplazarían los antiguos corregimientos. En el plano educativo y religioso se llevó a cabo la expulsión de los jesuitas y el Estado tomó nuevamente la dirección de la educación. De todas las reformas, las que absorbieron mayor interés de los reformadores fueron las económicas. En primer lugar, era imprescindible aumentar los ingresos reales a través del aumento de los impuestos y la ampliación de la base impositiva. En segundo lugar, las reformas debían incentivar el drenaje de metales hacia España, evitar la competencia inglesa y estimular la producción minera y la de productos que tuviesen demanda en Europa, como cochinilla, cacao y lana de vicuña.

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